La crisis de la COVID-19 ha acelerado los cambios en toda la industria de una manera nunca antes vista. Las empresas que jamás habían operado fuera de la oficina pasaron a trabajar totalmente en remoto en cuestión de días, y procesos comerciales enteros dieron un giro radical. Incluso las empresas más tradicionales se vieron obligadas a encontrar nuevas formas de trabajar.
Como resultado, la velocidad de los negocios aumentó varios puntos y la alta dirección no tuvo más remedio que demostrar nuevos niveles de liderazgo y proceso de toma de decisiones. Las estrategias a largo plazo fueron reemplazadas por la supervivencia a corto plazo, y este cambio modificó los roles del trabajo del todos los equipos. Un papel particularmente impactado fue el CFO. Ahora más que nunca, necesitaban una visibilidad completa de sus finanzas y un proveedor bancario que entendiera su negocio de forma innata.
Las empresas ya no tienen tiempo para esperar a que sus bancos entiendan su negocio, y tampoco quieren esperar a que se establezcan servicios bancarios para ellos, pues la velocidad de los negocios no permite retrasos. El nuevo rol del CFO requiere de herramientas flexibles y polivalentes basadas en un claro enfoque al autoservicio y una integración de extremo a extremo con sus bancos. Todo ello para alcanzar una visión completa de la situación financiera de la empresa.
El CFO ahora necesita información en tiempo real para la toma de decisiones
Durante el apogeo de la pandemia, los CFO se vieron obligados a dar un paso atrás en las responsabilidades a largo plazo, y temas como el cambio organizacional, el liderazgo estratégico y la planificación financiera pasaron, al menos por momentos, a un segundo plano. Como consecuencia de la situación que se estaba viviendo, necesitaban tomar decisiones rápidamente, utilizando información en tiempo real basada en análisis de datos que les proporcionara información precisa para predecir las necesidades de liquidez, financiación y solvencia de la empresa.
Esta rotación ha acelerado gradualmente el cambio en el departamento de finanzas. Los procesos manuales aumentaron su automatización y los servicios bancarios se integraron en los sistemas centrales de las empresas. En otras palabras, lo digital y las finanzas finalmente encontraron un punto de convergencia: el cambio hacia un enfoque completamente digital ya está en marcha.
Por otra parte, los clientes corporativos ahora buscan la eficiencia en los canales de comunicación digitales que les permitan obtener la información que precisan en tiempo real y sin fricciones. La respuesta es la omnicanalidad, un método que ofrece al cliente corporativo el mayor número de canales de comunicación y que están perfectamente vinculados entre sí para que la información fluya de manera eficiente entre todos.
El nuevo enfoque de la banca hacia la omnicanalidad ha hecho que los bancos inviertan en unificar sus plataformas para que el cliente pueda llegar a todos los servicios bancarios desde un único portal de acceso a toda su cartera de productos contratados, al tiempo que facilite las comunicaciones entre todos los departamentos, tanto internos como externos. Más allá de esto, un alto porcentaje de empresas están buscando integrar sus servicios bancarios en otras plataformas, como los sistemas ERP corporativos, mejorando aún más accesibilidad a los datos relevantes para la toma de decisiones.
Para los bancos, el cambio a lo digital es una oportunidad. Les permite ampliar sus servicios y reenfocar las soluciones en torno a su cliente.
Las decisiones basadas en datos se pueden utilizar para aprender comportamientos y con ello, predecir cuándo los clientes necesitan servicios bancarios.
La minería de datos transaccionales es una gran oportunidad para el sector bancario. La gran cantidad de información que se obtiene de la transaccionalidad ayuda a los bancos a conocer a sus clientes (y los clientes de sus clientes) desde distintos perpectivas, así como comprender las tendencias que podrían atribuirse a cada sector o región.
Con esta información, los bancos tienen ahora la oportunidad de pasar de ser reactivos con el servicio al cliente a ser proactivos, colocando sus servicios donde los clientes los necesitan, y todo en tiempo real.
Por ejemplo, gracias a los datos transaccionales, un banco puede ofrecer a sus clientes una prediccion de caja para los próximos 2 años. Una vez detectado un excedente de liquidez, el banco puede ofrecer una serie de productos, como una compra de bonos, para que su cliente obtenga un rendimiento extra con el excedente detectado.
La ESG: un motor clave en los próximos años
La ESG es un motor clave de oportunidades y crecimiento para los próximos años. Las empresas que puedan demostrar sus credenciales ecológicas, por ejemplo, a través de una certificación, podrán aprovecharlo para obtener una financiación más favorable en términos de precio, consumo de capital etc. El futuro de la banca puede pasar por convertirse en los guardianes de la información ESG, utilizando datos transaccionales para generar un conjunto específico de metricas e indicadores sostenibles por industria y región.
Mediante el uso de productos de financiación tradicionales vinculados a una métrica de sostenibilidad certificada, los bancos pueden influir en las empresas para reducir su propia huella de carbono.
Además, basándose en ese conjunto de indicadores, los bancos podrían crear métricas y comparativas de sostenibilidad por cada sector y región con el objetivo de ofrecer a sus clientes asesoramiento y acompañamiento en dicha materia.
Conclusión
La nueva forma de extraer información en tiempo real utilizando tecnologías como APIs y conectores, junto con métricas ESG, y el profundo conocimiento por parte de la banca sobre la actividad diaria de las empresas, brinda a las entidades la oportunidad de desarrollar un conjunto específico de productos corporativos por sector, región y tamaño.
Ciertamente, el papel de la Banca Corporativa está cambiando y, en NTT DATA entendemos que el objetivo de reducir costes, junto con una creciente demanda de economías sostenibles y la inclusión de la COVID-19 como acelerador, pone de manifiesto la necesidad de transformar todo el ecosistema bancario a través de la digitalización.